LA LECCIÓN


         
                                                                                    Marco Aurelio Rodríguez García. mayo 2018

Foto de una manifestante de la oposición antibolivarina en Caracas
La humanidad está entrando en una nueva vuelta de la espiral de la historia; son tiempos de cambio. Hace años estuvo de moda un libro, El desafío americano, en él Jean-Jaques Servan-Schreiber intentaba reproducir el escenario de lo que ocurría en ese momento en el mundo. Eran los años 70 y el planeta se movía al calor de la guerra fría.
La humanidad comenzaba a ver asombrada que Estados Unidos en verdad quería conquistar el mundo. —¿Y no era acaso eso lo que quería Hitler?, se preguntaban algunos ingenuos, mientras otros –los cómplices de siempre–, respondían ladinos —¿y qué tiene de malo? ¿No es acaso lo mismo que quieren los rusos? Dado el éxito editorial de ese primer libro, diez años después, en los años ochenta, el mismo Servan-Schreiber lanzó un segundo volumen: El desafío mundial, en el que, entre otras cosas, analizaba la estrategia europea.

En una reseña sobre este libro publicada en El País, el jueves 23 de octubre de 1980, Feliciano Fidalgo, escribía lo siguiente:

Paralelo al crescendo inexorable de la crisis de los países «ricos», convertidos en «colonias» del petróleo, la pobreza más indigente (ni comida ni educación) se ensaña con el resto del mundo. Y paralelamente también, los auténticos países ricos del mundo actual (los de la OPEP) acumulan las reservas financieras que les faltan a los pueblos industrializados para realizar las inversiones que garanticen la continuidad de su crecimiento y a los pueblos pobres para liberarse de su subdesarrollo.

En este párrafo, se encuentra el numen del pensamiento político del mundo "desarrollado" de los últimos 50 años. La crisis energética de los años setenta en la que se vieron envueltos los países desarrollados, debido a una serie de factores, cuyos disparadores, movidos por los intereses de las grandes potencias, fueron activados desde los centros financieros mundiales. Así, hurgando en el pasado, es como podemos ahora adentrarnos en el génesis de esta situación actual, en la que el petróleo sigue siendo el móvil que tan perversamente ocultan los medios del mismo modo como lo han venido haciendo por décadas. Solo que en la actualidad "el velo ha sido rasgado" y los pueblos del mundo han visto la luz, la cruda realidad: la rapiña.

Volviendo a Servan-Schreiber, la historia ha dejado en claro que Europa no pudo contra el desafío americano, que el Plan Marshal sirvió para hipotecar la soberanía de los países europeos y que estos ahora se encuentran en la condición de republiquetas cuya autonomía está mediatizada por la OTAN y que las últimas cuentas dan como resultado que el plan de Hitler lo están completando los EE.UU, al menos en lo que respecta a la parte occidental del continente. Por cierto, para que la semejanza se complete casi al calco, EE.UU comparte con el III Reich su obsesión por Rusia.
Inmerso en el argumento que esgrime "la comunidad internacional", como ahora posicionan los medios de la hegemonía comunicacional actual, a los países desarrollados inscritos dentro de la órbita de los Estados Unidos, subyace un factor: la insoportable riqueza que los Bricks, OPEP y las naciones propietarias de las materias primas estratégicas, que tanto necesitan los países industrializados para que el capitalismo mundial pueda realizar sus inversiones y a su vez "permitir a los pueblos pobres salir del subdesarrollo".

La riqueza de los pobres les quita el sueño a los ricos que, si antes guardaban las formas, ahora desatan guerras sustentadas en mentiras podridas que, a través de la manipulación de sus medios aletargaron las conciencias –una posible opinión pública internacional–, como la que existía en el mundo en los años sesenta y setenta.

El pensamiento recogido en ese pequeño párrafo de El País está, como todos sabemos, vivo y rampante y ese pensamiento el que obnubila los ojos de los expertos de "la comunidad internacional" conformada en su núcleo central por EE.UU., luego por una capa secundaria conformada por los países que conforman la OTAN. Por ejemplo: no son bases de la OTAN las que ocupan España, Italia y otros países de la Europa periférica, son bases norteamericanas. La mediatización de la política nacional de Alemania, Inglaterra y Francia, por ejemplo, la realiza el Departamento de Estado, a través de la presencia de esos países en la OTAN, es en ese nivel donde se limita su soberanía.
El llamado primer mundo, ha elaborado una intrincada urdimbre teórica alrededor de la realidad política de los países en vías de desarrollo: el caudillismo, el populismo, el nacionalismo, son todas características que degradan a esas naciones y no solo las degradan, sino que han logrado penetrar el pensamiento de esos pueblos y han estructurado un cuerpo académico encargado de reproducir ese pensamiento colonizador e inocularlo hasta la médula, logrando zombies intelectuales que desde las cátedras reproducen interminablemente el ritornelo de que somos inferiores.

La revolución cubana se fundamentó en un pensamiento que se afianza en las ideas de los próceres fundadores de América Latina como nación, es por ello que esa línea de pensamiento se ha manifestado en varios países del continente que han logrado sobrevivir a las apetencias de EE.UU. y a las "buenas intenciones" de los altruistas financieros que nos quieren sacar del subdesarrollo. Venezuela y su revolución bolivariana, chavista y antiimperialista, se ha convertido en el peor ejemplo, ya no para los pueblos aledaños, sino en un mal ejemplo para los pueblos de los países desarrollados, que han identificado en los líderes políticos de sus propios países conductas similares, de corrupción y decadencia, similares a la de los partidos que Chávez derrotó en Venezuela, como es el caso del PP.
Hasta ahora –no al menos de manera generalizada–, se les había ocurrido a los españoles pensar que el régimen monárquico bajo el cual viven, es producto de una decisión del caudillo Franco ¿y por qué en los brillantes libros de la sociología europea no incluyeron a España en sus estudios sobre el primitivo fenómeno del caudillismo? Cuando en la mismísima Europa está presente y vivo ese incordio. Pero, al hablar de Venezuela y Cuba se refieren a caudillos y tiranos y no de líderes de procesos históricos para la superación de la pobreza, el logro de una distribución equitativa de la riqueza y por la soberanía.

Venezuela representa la estrategia más cruenta de ablandamiento de conciencia que se ha dado contra un país en lo que va de siglo; se cuentan por miles los titulares que a diario reproducen los periódicos del mundo para justificar los posibles bombardeos en los que participaría la OTAN (Juan Manuel Santos declaró su voluntad de sumar a Colombia en esa alianza militar). El ataque mediático es inmedible, porque no es posible contabilizar los mensajes echados a circular en las redes informativas de la internet, que daría como resultado un acumulado de cientos de miles de noticias, todas falsas en contra de la República Bolivariana de Venezuela. Para muestra de ello, reproducimos el siguiente fragmento del New York Times del domingo 27 de mayo de 2018:

Hugo Chávez fue un peronista cruzado de castrismo. Nicolás Maduro, su heredero, ya no pertenece a esta clasificación porque carece de legitimidad. Es el tirano típico de la historia latinoamericana, con una novedad: induce deliberadamente el hambre, la miseria y el exilio del pueblo.

"Induce deliberadamente el hambre y el exilio", una afirmación desgarradora, no por su semejanza con la realidad, sino por el contrario, desgarradora por el ensañamiento contra la realidad. Venezuela alberga, actualmente más de 5.8 millones de colombianos y colombianas y de la Misión Vivienda, que cuenta ya con más de dos millones de casas entregadas al pueblo, el 30% de ellas han sido otorgadas a los inmigrantes colombianos que desde hace décadas se han refugiado en nuestro país huyendo del hambre, de las motosierras del narcotráfico y el paramilitarismo. Y lo más extraño de esta afirmación del New York Times, es que Nicolás Maduro –no ya caudillo, sino "típico tirano latinoamericano"–, induce el hambre, mientras el gobierno de los EE.UU., tiene represados 2.600 millones de dólares pertenecientes al pueblo de Venezuela, dinero destinado a la compra de alimentos y medicinas y tal como anunció luego de efectuadas las elecciones en las que Maduro resultó reelecto, recrudecería las medidas contra este país.

Efectivamente las elecciones en Venezuela y sus resultados, han enervado a las potencias y a los dueños del capital transnacional. La campaña mediática de los últimos días no arrojó los resultados esperados, la participación, impedida por el sabotaje en el transporte público y la promoción de la abstención promovida por los sectores de la derecha desde los medios internacionales y nacionales, no pudieron impedir la participación del 46% del padrón electoral con un resultado de más de 6 millones de votos a favor del "tirano". Por cierto, ni EE.UU., ni Francia, España, Chile o Colombia (de los más conspicuos enemigos del chavismo), alcanzan reunir ni el 46% ¡Y con los medios a su favor!

El colapso del régimen de Maduro se hará esperar por mucho tiempo, mientras tanto el derrumbamiento de la política española, ya tiene su troupe de exiliados políticos, el final ya toca a las puertas de La Moncloa y cada día son más los españoles que prefieren una democracia, sin privilegios nobiliarios ni oligárquicos, una democracia decente.

Son pocas las horas transcurridas desde el cierre de estos comicios presidenciales. Venezuela nuevamente –desde una extraña pedagogía de la praxis–, ha dado una nueva lección, sobre la misma materia: liberación. Probablemente el le gado fundamental de Chávez haya sido que el eje accional de toda esta lucha es electoral. Al parecer, no pensaron nunca los expertos del Pentágono que el recurso de esta guerra periférica sería esta especie de Aikido político, en el que la respuesta al contrincante es darle dosis mayores de lo que él nos da, por eso más elecciones, que con ellas se ha logrado la paz y no una paz precaria, como la que preconizaban los profetas de la oposición, sino una paz que incluso intenta entrar en el profundo debate político que solo se permiten los países con sólida estabilidad.

La lección es que la verdad es serena y soporta las turbulencias creadas por la mar de fakes news lanzadas desde los nuevos laboratorios de Goebbels y que esa verdad quedará firmemente instalada en las mentes de millones de personas que alrededor del mundo verán el velo desgarrarse ante sus ojos y verán la luz.

La lección es que el pueblo se reconoció en un gobierno que responde a sus necesidades y en el que se puede confiar. Ahora la tarea del gobierno es ratificar con hechos la confianza. Se han dado las primeras conversaciones entre el presidente Maduro relegitimado por los votos de las elecciones pasadas y el Bob Corker, Jefe da la comisión de política exterior del senado norteamericano. El gobierno ha dado un paso delicadísimo liberando presos que habían participado en hechos violentos y más allá, en actos calificados por el gobierno como terroristas. El hecho de que no se hayan presentado manifestaciones en contra de la medida de libertad a opositores por parte del chavismo habla de la cohesión y la confianza que cuenta el gobierno entre su militancia.

El gobierno de Venezuela no ha sacrificado ni uno solo de los beneficios de los que cuenta el pueblo, ni en los momentos más difíciles como fueron los acontecimientos de 2016 y 2017, cuando se había desatado la violencia en los sectores de la clase media.

La salud, la vivienda y la alimentación han sido celosamente defendidas por el gobierno chavista. En Venezuela no se cerró ni una sola escuela, ni universidad

Al volver las aguas a sus cauces, la batalla librada por el pueblo venezolano deberá ser recordada como una gigantesca lección de resistencia pacífica, librada por un pueblo asediado, sin alimentos, ni medicinas y calumniado por las cadenas de información de las potencias mundiales y el capital internacional.

Marco Aurelio Rodríguez García poeta, profesor universitario y periodista venezolano.