KARL MARX...



¡Marx entra en Podemos!
Erick von Landwehr
31 de mayo 2018

¡Gracias! a esta página de Vientos, que me permite expresar aquí mi gran emoción.  Acabo de leer, maravillas de las redes, un tuit de mi gran amigo Juan Carlos Monedero, Juan Karla entre nosotros, con un formidable notición: “Marx hoy sería feminista y ecologista”.

¡Vaya alegría nos has dado JK, y así, como a mí me gusta, directo, tajante, penetrante, definitivo! La verdad, al célebre Marx, con su prodigioso don de ubicuidad, le sabíamos como siempre por los think-tanks, pero por aquí le habíamos perdido la pista. ¡No sabes cómo se nos llenan de fuerza los pulmones al encontrarle por fin en ¡PODEMOS!

Siempre ha centelleado tu hondo pensamiento histórico, JK. Pero esta vez, en medio de la irresistible ascensión de Pedro S al gobierno, no tengo palabras para expresar tu genialidad al darnos razón de Marx. ¡Deslumbrante!

¿Diréis algunos que poco o nada se preocupó Marx en vida por el feminismo y el ecologismo?  Craso error y os lo explicaré, porque desde joven tengo cierta noción de lo que pensó. Por el par de páginas de Marx que solía leerme mi viejo abuelo al acostarme, supe que abordó los temas del maltrato a la naturaleza y a las mujeres. Lo que pasa es que los trató en un mismo plano y, como es hábito en él, los metió revueltos en un mismo saco junto a cuestiones de mucha menor trascendencia.

En realidad, eso se debe al acoso al que le sometían su mujer y la de su amigo Feder, unas acérrimas sufragistas muy cabreadas por tener que cuidar solas de la prole y atender con los debidos servicios al que las alimenta, mientras él le daba a la pluma, dale que te pego, metido en su mundo y sentadito en el sillón.

Marx era moderado y condescendiente, pero en fin… por mucho que se hable de su universalidad, todo tiene un límite en el universo, como bien sabemos todos, y no hay que pasarse. Le tenían hasta las  barbas. Acabó por cansarse de tanto extremismo feminista día y noche,  en la sopa y en su propia casa. Hasta ahí de tantas voces y coces, prefirió sabiamente no ir más allá y dejó todo eso ahí, aparcadito, que lo desarrollaran otros.

Nuestro Marx se puso pues a escribir sus gruesos  tochos, porque le pagaban por hoja, sobre cosillas de relleno y entretenimiento, sobre todo para un adolescente, como yo era entonces, en ese difícil trance de la Edad del Hombre.

De lo oído de mi abuelo, recuerdo algo que me llegó al alma, sobre los pobres, los de abajo, a los que hay que tratar con más cuidado y respeto, porque los ricos, que les dan un salario en moneda, a veces olvidan que son seres vivos de utilidad. Al parecer dejó escrito con severidad que, si quieren ser respetados y obedecidos, deben repartir algo más de lo mucho que ganan con los pobres. En eso también andamos contigo, amigo Juan Karla, que te sabemos particularmente sensible a esos complementos de Marx. También noté ese generoso sentir, no te ofendas, en una bellísima tía mía en hábitos, Sor María, que solía visitar mis noches.
   
Además, lo mejor de nuestro Marx, de frágil muñeca por el mucho uso que le daba, es que solía subir con su Feder a descansar largas horas en el balcón de su selecto chalet en la calmosa tranquilidad de la serranía. Desde allí, con su poderoso telescopio, divisaba las inmensas llanuras del futuro con toda nitidez, en milagroso detalle y exacta concreción de los acontecimientos de los siglos por venir.

Desde lo alto de su balcón cubierto intentaba, de paso, tranquilizar a las dos doñas que retozaban, impúdicas, en la piscina de abajo. Les decía que  pronto vendrían singulares mujeres, como la Rosa Roja de la mano de su amiga Clara Zetkin y muchas más, en defensa del feminismo, y que después otras, como Hilary de Clinton, feminista donde las haya, llevarían a la Mujer al punto más alto del vértice político y de la revolución, en un claro 
corte de mangas frente a la bestialidad machista. Felices veladas en el chalecillo serrano pasaban en esos días las dos parejas después de cenarse el cordero con un Nuits Saint Georges.

Eso fue así. Otra cosa sería hoy en día, como bien indica JK, en que Marx no tendría mayor satisfacción, como culminación de lo esencial de su pensamiento, que verse conocido como Karla Marx sentada sobre un coral. Él también notó como aumentaba el calor ambiental y divisó lo terrible y abrasador que sería el calentamiento global.

También vio lo de Einstein, lo de la bomba nuclear, el preservativo, lo del 4K, el navegador, los drones y mucho más. Advirtió que iría al Kremlin un caucásico que descubrió leyes de cómo compaginar en armonía el capitalismo con el socialismo. Dijo también que, por la mitad del siglo XXI los chinos amarillos acabarían yéndose todos juntitos en una enorme nave espacial a vivir con sus lingotes en Saturno, menos mal, que menuda nos la están liando, jorobando nuestra Economía. 

Para las-los que dudéis o no nos creáis a JK o a mí, tras lo que os he explicado, no os digo de leer los textos de Marx, ya que si bueno puede ser leer, mucho mejor es ver y oír, en brevedad. Os vendrá bien ver la peli “El joven Karl Marx”, que se ha hecho más o menos por mis tierras y que está en vídeo por la red. Bueno, el realizador (uno de ultramar y de color, ¡madre lo que hemos de aguantar!) se permite, creo yo, cierta holgura con la exactitud germana, pero con todo da razón a la verdad que os he expuesto.

Comprobaréis como, muy lejos de la interesada demagogia montanera que lo calumnia de radical, extremo e intransigente, Marx es de lo más tolerante, conciliador y paciente con todos los que tienen algo que decir.

Es tan absolutamente comprensivo con los desniveles de estatus y condición que se dan entre la ciudadanía, que trata a todos los ciudadanos por igual, en un todo único, indiferenciado y fraterno. Así de comedido y benévolo se comporta también con los que disienten de sus ideas o las atacan en nombre de los pobres. ¡Cómo hay que ser! aunque se hable y se geste alto y agudo en el caos del mundo. Por eso le queremos y es una bendición que ande por ¡PODEMOS! de la mano de tan emérito pensador como es nuestro JK. 
 
Veréis como,  sin embargo,  Marx no alcanza a tolerar que le pisen malévolamente el callo que le causa su zapatito de charol en el pie izquierdo. 

Pero eso, estaréis conmigo en que una intencionada agresión a la integridad física no se debe aguantar. Así que, de vez en cuando, él y Feder, como duros viriles, abandonan su amabilidad discursiva y se lían a ostias y sonoros golpes y tiros con algún que otro, lo que le da ritmo west a la peli y un insospechado aire de modernidad, muy apreciado.



Pero fuera de esos crudos momentos en sangre viva, sentiréis como conforta su sonrisa de satisfacción cuando nos ve a todos juntos clamar al Cielo de los Justos el descontento y la protesta del pobre sobre la rama seca del árbol de la vida. ¡Gran Marx!



En todo esto, tal me lo decía mi abuelito, me lo decía mi papá, me lo dijeron muchas veces y lo olvidaba muchas más, ¡ojito! amigos, con ¡EL MUNDO AL REVÉS! de un tal J.A. Goytisolo, que canturrean en el alto monte unos inadaptados que pretenden usurparnos a mi compatriota Karl.


Érase una vez
un lobito bueno
al que maltrataban todos los corderos.

Y había también
un príncipe malo,
una bruja hermosa
y un pirata honrado.

Todas estas cosas
había una vez
cuando yo soñaba 
un mundo al revés.














 




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