A cien años de la Revolucion - parte I

A CIEN AÑOS DE LA “REVOLUCION ALEMANA”




Dijo Rosa Luxemburg que el camino hacia el Socialismo está sembrado de grandes derrotas, de las que aprende el proletariado para su victoria. Una gran derrota sufrió la clase obrera alemana a principios del siglo XX. Este episodio histórico poco divulgado y conocido en nuestro país, se proyecta sin embargo con sorprendente fuerza sobre el siglo XXI y alienta la reflexión sobre la vía al Socialismo en esta Europa de alto desarrollo capitalista, en la que el QUÉ y el CÓMO HACER están tan sumamente confusos en estos momentos de gran retroceso para la clase trabajadora y la humanidad. 

Sirva también este relato, algo extenso por detallado, para resaltar la figura de una mujer extraordinaria, una revolucionaria de profundos sentimientos y eminente teórica del marxismo, que Lenin denominó “el Águila de la Revolución” y con la que mantuvo un vivo debate sobre la cuestión nacional. Sorprende la actualidad de muchos de sus escritos.

Cuqui Cabo Bravo, marzo 2018



PARTE I

ALEMANIA, AUGE Y MUERTE DE UNA REVOLUCION



Hace cien años, en la postrimería de la 1ª Guerra Mundial, la revolución social se anunciaba en aquella Alemania, que, junto con Inglaterra, lideraba el desarrollo industrial en el mundo. Se la esperaba, grandes revolucionarios marxistas la organizaban, el nuevo Estado soviético en Rusia la necesitaba como agua de mayo. Mucho, muchísimo dependía de ella. Se truncó. Murió, aplastada a sangre y fuego.

Rosa Luxemburg:

“De forma ordinaria, un cadáver es un algo mudo y poco llamativo, pero los hay que gritan más fuerte que las trompetas y esclarecen más que las antorchas.”


     Un siglo ya desde la llamada Revolución Alemana de noviembre de 1918, y sin embargo todo tan próximo, tan desdichadamente actual. Su final encogió por larguísimo tiempo el corazón revolucionario de la clase obrera. Realmente, en los grandes países de occidente, éste nunca llegó a recuperarse del todo.

No fue uno más de esos altibajos que siempre conoce el avance del movimiento de emancipación social. Aquel fracaso de la clase obrera en Alemania tiene una magnitud histórica que marcó a fuego el posterior acontecer sufrido por los pueblos de Europa y del mundo hasta hoy.




1918 arranca con un país exhausto. En la Gran Guerra, de competición imperialista por el dominio colonial, que le enfrenta a las grandes potencias de Inglaterra y Francia, el imperio alemán viene finalmente perdiendo.






La derrota está en puertas, que frustra y humilla el sentir nacionalista de superioridad en una gran potencia, el chovinismo aglutinado en torno al militarismo, y que ha  anegado los entusiasmos patrioteros.


El pueblo acusa el coste y el horror de la guerra. Aumenta la lista de los soldados muertos y mutilados. La succión de recursos para la guerra y el bloqueo económico que le impone Inglaterra acompañan jornadas obreras de 12 horas y el desplome de los salarios en un 50%. El hambre acampa en los hogares humildes y penetra en las capas medias, asociada a oleadas de robos y saqueos. Huelgas y manifestaciones se multiplican, contra la guerra imperialista de anexiones, contra la miseria social. Los obreros miran hacia la triunfante Revolución Soviética en Rusia.


Unos vientos revolucionarios empiezan a inquietar al Imperio de Guillermo II, su gobierno y sus poderosos mandos militares, tras los que la burguesía, los grandes capitalistas de la industria alemana y la aristocracia ejercen su dominación.


La división de la Izquierda


Antes de la Gran Guerra, las masas trabajadoras se reconocían en un único partido de clase, el gran Partido Socialdemócrata de Alemania, el SPD, fundado en 1875 bajo la dirección de August Bebel y Wilhelm Liebknecht, tambien cofundadores de la II Internacional en 1889 junto con Engels, Karl Kautsky y otros.

Desde entonces, en el SPD conviven, en vivo contraste de ideas, dos grandes corrientes que se declaran marxistas. Una concibe que la clase obrera debe alcanzar gradualmente el Socialismo por la vía de la democracia parlamentaria con reformas a favor del proletariado y la ampliación de los derechos civiles y democráticos (el sector reformista), y otra, mediante una acción de toma del poder del Estado por la clase obrera y el cambio radical de las relaciones y estructuras básicas del capitalismo (el sector revolucionario). La guerra hará que se cristalice la controversia “Reforma o Revolución” (tal se titula una célebre obra de Rosa Luxemburg).

Tras importantes conquistas de la clase obrera a principios de la década y la desaparición de August Bebel y Wilhelm Liebknecht, la balanza del SPD se ha ido inclinando hacia el ala reformista. El SPD lo dirige ahora Friedrich Ebert, flanqueado por otro reformista: Philipp Sheidemann, portavoz en el Parlamento, el Reichstag. Encabezan el ala revolucionaria Karl Liebknecht (hijo del cofundador de la II Internacional) y una mujer nacida en Polonia, Rosa Luxemburg.

Cuando se plantea la disyuntiva Guerra/Paz en 1914, el SPD aparece unido contra la guerra. En julio, el partido convoca una gran manifestación en Berlín donde Ebert se opone a la integración de Alemania en la guerra declarada por el imperio austrohúngaro a Serbia, y donde Luxemburg denuncia la guerra “entre imperios”, llama a la desobediencia civil, a la objeción de conciencia, y es arrestada. Pero, el 3 de agosto, cuando Alemania decide entrar en la guerra, el sector reformista ha dado un vuelco a la anterior posición contraria del SPD y, el día 4, su grupo parlamentario vota a favor de los créditos de guerra solicitados. Liebknecht se abstiene, tras enviar una declaración interna de desacuerdo.

¡Abajo la Guerra! ¡Paz sin anexiones!
¡Abajo el Gobierno!

proclamaba Karl Liebknecht el 1º de mayo del 16 en la gran concentración obrera en la Postdamer Platz de Berlín, y fue arrestado, así como Rosa Luxemburg. Huelgas y manifestaciones se alzaron en su apoyo.

Debido a las largas estancias de su padre en la cárcel, Karl creció en la miseria. Adquirió sus conocimientos gracias a un esfuerzo autodidáctico y cursó la carrera de abogado. Hombre muy respetado, dirige el sector revolucionario del SPD en un constante entrar y salir de prisión. Le asesinaron a sus 47 años.


¡Desobediencia civil! ¡Objeción de conciencia!

Rosa Luxemburg también fue a menudo encarcelada (1) durante su vida militante, que inicia a sus 15 años en el Partido polaco “Proletariat”. Al ser fusilados 4 de los dirigentes, escapa a Suiza a los 16. Estudia cuatro carreras a la vez (Historia, Filosofía, Economía, Matemáticas) en la universidad de Zurich donde se gradúa como doctora en ciencia política.
Integra el SPD en 1898 e interviene en los acontecimientos del momento en Alemania, donde es conocida entre los trabajadores como “La Rosa Roja”. La asesinaron, también a sus 47 años.


Estas dos grandes personalidades comunistas son las que popularmente se recuerdan y se honran hoy de aquella época. En 2016, unos 70.000 berlineses llenaron de flores el cementerio de Friedrischelfe de la capital alemana. El homenaje se viene celebrando cada año, invariablemente el segundo domingo del mes de enero.

A partir de agosto de 1914, la polémica guerra/paz se agudiza dentro y fuera del SPD. En diciembre, Liebknecht vota en contra de los presupuestos de guerra en el Reichstag, y es encarcelado. En esta ocasión, es el único voto contrario. Al año siguiente, en dic. 1915, serán 30 diputados del SDP en votarlos en contra.

Cartel: ¿Qué quiere Espartaco?



Tras haber creado dentro del SPD el grupo “La Internacional” en 1914, ante el nacionalismo imperante y el apoyo del partido a la guerra, Karl Liebknecht, Rosa Luxemburg, Franz Mehring, Klara Zetkin y otros fundan, el 1 enero de 1916, la “Liga Espartaquista” dentro del SPD.






La división del SPD se produce un año después, en enero de 1917, cuando la mayoría reformista excluye del Partido a la Liga Espartaquista, junto a otros “moderados” contrarios a la guerra. Los excluidos conforman en abril un nuevo partido socialdemócrata, el USPD (Partido Socialdemócrata Independiente de Alemania), donde la Liga Espartaquista sigue funcionando de forma autónoma. Más adelante, el 31 de diciembre de 1918, los Espartaquistas fundarán el Partido Comunista de Alemania, el KPD.

Una de las grandes proyecciones de la llamada “Revolución Alemana” es la división orgánica de la parte más consciente y luchadora de la clase obrera, hasta entonces representada en un único partido de clase. Nunca después se soldó esa fractura que afectó al movimiento obrero internacional.




El auge de la movilización


A pesar de la reciente división de la Izquierda, la movilización obrera sigue creciendo, impulsada por el sindicato y el SPD, los Espartaquistas y el USPD.

En marzo-abril del 17, una gran huelga se inicia en Berlín y se extiende por el país con 300.000 trabajadores que paralizan importantes centros siderúrgicos de la industria bélica alemana. En enero del 18, unos 180.000 trabajadores lanzan en Berlín una huelga general, que secundan más de un millón de huelguistas en las importantes urbes del Imperio. Consejos de Obreros se van organizando en la acción. En ese momento, Friedrich Ebert se incorpora a la dirección de la huelga y consigue adelantar su final. La huelga es prohibida, se declara el Estado de Sitio y crece la represión.

En octubre 1918 empiezan los motines de soldados en la costa norte. En la base portuaria de Kiel, los marinos se sublevan contra su Alto Mando, que se disponía a una última ofensiva contra la marina británica en el canal de La Mancha. El Consejo local de Trabajadores y Soldados ocupa algunas instituciones de la ciudad.

1918, Desfile de marinos amotinados en la costa norte


Los Consejos de Obreros y Soldados se van implantando, apoyados por los partidos SPD y USPD. Las masas obreras se alzan a más en varias capitales de los Estados de Alemania. La rebelión cobra fuerza en las capitales costeras y gana Berlín.





La proclamación republicana

De pronto, en otoño de 1918, el tiempo se precipita


El 5 de noviembre Alemania firma el Armisticio. El 8, el USPD congrega a más de 100.000 personas en Berlín. El 9, el canciller Max Von Baden anuncia la renuncia de Guillermo II, que participaba de lleno en el OHL (Mando supremo de las operaciones militares). El emperador se refugia en Holanda. Karl, Rosa y demás presos políticos salen de la cárcel.

Berlín, diciembre de 1918.Manifestación de Soldados y Obreros

Ese 9 de noviembre, en un Berlín en la calle, el presidente del SPD, P. Sheidemann, proclama la República Alemana desde un balcón del Reichstag. Por la tarde, desde el cercano Palacio Imperial, Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg proclaman-reclaman la República Socialista Libre y Democrática de Alemania ante una masiva concentración.

Friedrich Ebert asume el cargo de Canciller y Sheidemann se pone al frente del Reichstag, de forma provisional hasta las elecciones. Ebert propone al USPD formar parte del Gobierno, y ese partido ocupa un par de “Consejerías” (ministerios). Ebert se lo ofrece a Liebknecht, pero éste rehusa.

De la mano de los Consejos de Obreros y Soldados, una tras otra van cayendo las monarquías reunificadas en el Estado Alemán. En Munich se proclama la “República Socialista de Baviera”.


El pacto del SPD con los poderes del Imperio

Otto Von Bismarck, artífice de la unificación alemana, siglo XIX: “Por caro que parezca el seguro social, resulta menos gravoso que arriesgar una revolución.”


Ya, en el verano del 18, ante la inminente derrota militar y la agitación social, el alto mando del ejército había decidido favorecer la participación del SPD en el gobierno, para ayudar a dominar la situación, como “guardia de seguridad de la burguesía” señalaría R. Luxemburg.

La actuación de F. Ebert en ese otoño lleva a Luxemburg a denunciar que se ha alentado la lucha de las masas obreras sin contarles hacia donde iba dirigida: “Cuando las masas son llamadas a salir a la calle, cuando se les ha puesto en estado de alerta, se les debe decir clara y netamente lo que tienen que hacer, o al menos…lo que se está haciendo y planificando entre amigos y enemigos”.

A primeros de noviembre, lo que planificaban “amigos y enemigos” está ultimado: Ebert ha cerrado un pacto con la cúpula empresarial y otro secreto con la cúpula militar, el “pacto Ebert-Groener” del que se supo después. El acuerdo:
  • La jefatura económica y militar del Imperio alemán accede a respaldar una República con gobierno del SPD dirigido por Ebert y poner el Ejército a su disposición, a aceptar el levantamiento del Estado de Sitio, la amnistía a los presos políticos, unas medidas socio-laborales reivindicadas por la clase obrera como la jornada de 8 horas y el subsidio de desempleo, a abolir la ordenanza de servidumbre
  • En contrapartida, el SDP se compromete a apaciguar el panorama de huelgas, garantizar la producción, desactivar los Consejos de Obreros y Soldados y hacer retroceder su implantación, impedir toda socialización de la propiedad productiva (tema que había empezado a debatirse en el seno de éstos), a no cambiar la Administración, a mantener intacto el Ejército y respetar su autonomía.
Mientras en las filas del partido socialdemócrata se debate si poner o no la industria pesada bajo control democrático, Ebert empieza a cumplir el pacto con celeridad y eficacia. Un intenso calendario culmina en tres principales eventos: el encuentro del sindicato y del SPD con la patronal de las grandes industrias (15 nov.), que “puentea” a los Consejos vía sindicato y que acuerda la creación de una “Comisión Central para el Orden de la Economía”; el “Consejo de Representantes del Pueblo” (21 nov.), que nombra una “Comisión de Socialización” dirigida por el SPD; y finalmente el “1er Congreso General de Consejos de Obreros y Soldados”, a mediados de diciembre, con delegados de todo el Imperio, del que Ebert consigue el acuerdo para adelantar las elecciones constituyentes al 16 de enero del 1919.

Tras esas elecciones de enero y el proceso constituyente, la “República de Weimar” quedará formalmente constituida el 31 de julio de 1919. Por sorprendente que parezca, su nueva Constitución republicana de derechos y libertades democráticas quedará en vigor hasta después de la II Guerra Mundial. Acompañará el auge y el mandato fascista de Hitler.



La “revolución alemana” de 1918


A partir de noviembre de 1918, Alemania pasa de una Monarquía constitucional, con un parlamento para votar los presupuestos, a una República de democracia parlamentaria, sin tocar ninguna de las estructuras básicas del sistema capitalista.


Los Consejos de Obreros y de Soldados, mayoritariamente bajo la influencia del SPD, no han socializado ningún medio de producción, ni confiscado propiedades, ni tocado las instituciones públicas. La clase trabajadora celebra la conquista de la Republica y de mejores condiciones laborales.

En el Congreso de Consejos de mediados de diciembre de 1918, no pasan las propuestas de los Espartaquistas, en minoría. La polémica se centra en qué control ejercer sobre el ejército, que acaba de matar a manifestantes en Berlín.

Pasado el mes de noviembre, los Consejos de Obreros y Soldados van a decaer. Los soldados ya no se enfrentan a la Gran Guerra terminada, y el SPD y su sindicato capitalizan las nuevas conquistas laborales y democráticas de los trabajadores. La pujante lucha de los Consejos, a la ofensiva, ha quedado bastante aplacada y empujada a la defensiva, en respuesta a determinadas agresiones violentas que empiezan a sufrir.

La “Revolución Alemana” de noviembre del 18 no fue, en realidad, ninguna revolución social propiamente dicha. Sólo profundizó la revolución burguesa iniciada en Francia a finales del siglo XVIII. Sirvió para modernizar y estabilizar el orden burgués a la medida de las necesidades de las cúpulas detentoras del capital en ese momento, frente a lastres feudales bajo el reinado de Guillermo II, y ante el auge de movilización obrera.

Los cambios introducidos en la estructura social sólo afectaron a la forma de gobierno con una ampliación de derechos democráticos, como adelantar la edad de voto.

Tal así, establecía no obstante unas mejores condiciones para la clase trabajadora y el desarrollo de su lucha. Creaba un marco más propicio para que los marxistas revolucionarios continuaran creando las amplias bases necesarias a la Revolución social en una potencia económica como Alemania.

Esa fue la orientación acordada en la dirección del Partido Comunista, el KPD. En enero, el día antes de su asesinato, Rosa Luxemburg concretó:
claridad, dureza, lucha implacable contra todos los intentos de ocultar y confundir, acopio de la energía revolucionaria de las masas y creación de los órganos correspondientes para dirigirlas, esas son las tareas más candentes para el período inmediato”…


La contrarrevolución preventiva





En diciembre, una parte oculta del Pacto Ebert-Groener empieza a desplegarse, en una operación contrarrevolucionaria, no para sofocar una revolución en enero, sino para impedir que se produjera más adelante en Alemania y en otros países europeos.


Efectivamente, por esos años, significadas movilizaciones obreras empiezan a producirse en Europa, al calor de la revolución soviética.






En enero de 1918, una serie de huelgas recorre el imperio austrohúngaro y en Viena se crean Consejos de trabajadores. En Budapest ya se proclama una república soviética en marzo del 1919. Del 19 al 20 se dan revueltas obreras en Italia. A principios del 19, se producen importantes huelgas en Inglaterra, que también agitan a España entre 1918 y 1921.

Alemania fue el punto clave para conjurar el peligro de Revolución en Europa. Está de sobra demostrado que las cúpulas del capital nunca han dejado de intervenir de forma transnacional en los acontecimientos políticos y sociales relevantes en los países de interés, para garantizar su poder.


Enero del 19, ¿levantamiento revolucionario?


En realidad, pese al despliegue de huelgas y movilizaciones y la galerna política en 1918, las condiciones precisas para llevar a cabo una revolución social no están maduras. Rosa Luxemburg no deja de advertirlo y explicarlo a quienes creen lo contrario.

La Liga Espartaquista-KPD ha adquirido fuerza en Munich, en Berlín, en la costa del mar del Norte, en Sajonia, Brünswick, Würtemberg, pero el movimiento está poco coordinado y la fuerza organizada en Berlín se encuentra bastante aislada del resto del Reich. Una buena parte de los consejos de obreros está bajo la influencia contraria del SPD y del sindicato afín a éste. Los soldados, principalmente reclutados en zonas agricolas, aun en rebelión tienen poca consciencia revolucionaria. No todo el USPD, que ha llamado a la huelga y a la protesta, apoya la Revolución proletaria. Las condiciones de la Alemania desarrollada son muy diferentes a las de Rusia de 1917. Un gran trabajo de masas queda por hacer.
Mal se llama insurrección o levantamiento espartaquista a lo que ocurrió en enero del 19 en Berlín. Está ampliamente reconocido que la dirección de la Liga Espartaquista -o KPD- no llamó a la revuelta. Calculadas agresiones por parte del mando militar y del gobierno del SPD, fueron las que provocaron la respuesta de rebeldía y de defensa de los obreros de Berlín.

“¡Peligrosos extremistas!”, “¡asesinos sanguinarios!”… en marcha está también desde noviembre una fuerte campaña de denigración y criminalización de los marxistas revolucionarios que subirá de tono en diciembre y enero…, hasta hoy.

En diciembre, unidades del ejército ya están listas junto a Berlín. Cuentan con “Freikorps”, cuerpos francos constituidos con soldados recién desmovilizados al final de la guerra. Organizados conjuntamente por el general Maercker y el ministro de defensa del Gobierno, el socialdemócrata Gustav Noske, los Freikorps son divisiones de artillería donde abundan integrantes de la extrema derecha nacionalista y anticomunista, en cuyos cascos ya aparece la esvástica nazi. Muchos formarán parte después del partido nazi y de las SA hitlerianas, entre ellos el futuro comandante de Auswichtz, Rudolf Hess.

De largo se conoce ya en el Imperio la mayor fiabilidad y eficacia de esos cuerpos francos, con voluntarios reclutados y seleccionados por los mandos militares, más si se trata de reprimir a trabajadores y a soldados regulares del propio país.


Las divisiones de Freikorps son la tropa de choque del ejército con que cuenta la operación Ebert-Groener en Berlín.
Junto a la Guardia Republicana del Gobierno y a las milicias de la burguesía berlinesa, la represión dispone de unos 80.000 hombres armados cerca y dentro de la capital.


LA PROVOCACIÓN. 


El 6 de diciembre se produce una de impacto. Una manifestación de espartaquistas “Guardas Rojos” desarmados es disuelta a tiros. 16 muertos. 7 de diciembre: asalto a la sede del periodico de la Liga Espartaquista, "Rote Fahne" (Bandera Roja, editado por primera vez el mes anterior), y Karl Liebknecht escapa a un intento de asesinato. Otra mayor provocación ensangrienta las navidades y se salda con 30 muertos entre marinos y civiles, a manos del cuerpo de la Guardia armada del Gobierno.

La División de la Marina del Pueblo de Kiel, afín a los Espartaquistas, había sido trasladada a Berlín. En diciembre, el Gobierno la suspende de sueldo. El 24, los marinos se concentran ante la cancillería para protestar y reivindicar su paga. El Gobierno lanza a sus soldados contra ellos. Civiles -hombres, mujeres y hasta niños- acuden al primer estruendo de la artillería y se interponen. Los soldados de la Guardia acaban tirando las armas y desarman a sus jefes. Los marinos de Kiel ganan finalmente la batalla en la que, además de los civiles, 11 de ellos han resultado muertos. Fueron “las navidades sangrientas” de Berlín de 1918.

El año termina en fuerte indignación. Una gran manifestación acompaña el entierro de los marinos. Los ánimos se han sulfurado en los barrios populares de la capital. Ya se han creado condiciones para una revuelta a reprimir.

En protesta, el USPD rompe la coalición de gobierno (ya estaba descontento por el papel de florero otorgado a sus ministros). El SPD gobierna ahora solo.

El 30 de diciembre, la Liga Espartaquista se separa del UPSD y el 31 se celebra el congreso fundacional del Partido Comunista de Alemania, el KPD. Ante lo que se avecina, acuerda hacer lo posible por atemperar y apaciguar la respuesta, sin dejar de situarse con los obreros en lucha. Una tesitura endiablada. La indignación ya se está montando en revuelta y, además de acciones de provocadores que la alimentan, no faltan obreros revolucionarios que aún creen en la posibilidad de ganar la batalla en Berlín y de ahí irradiar al resto del país, conectando con los que estén movilizados en otras ciudades.

El 5 de eneroconvocada por el UPSD y el KPD, una masiva manifestación de protesta contra el Gobierno llena el centro de Berlín. Por su parte, la División de los Marinos del Pueblo de Kiel ha decidido no participar en una revuelta.



La Derrota



El ministro de defensa Gustav Noske tenía plenos poderes del Canciller Ebert y del Gobierno para organizar y dirigir la represión. El 6 de enero declara: “Alguien tiene que ser el perro de caza. No me asusta esa responsabilidad”.

Ese mismo día 6, el gobierno destituye al jefe de Policía de Berlín, del USPD, por distribuir armas a los obreros. Siguen unos saqueos en sedes de los periódicos del SPD y del KPD y los enfrentamientos entre milicias obreras y las fuerzas del “Orden”, que cuentan desde el inicio con unos 10.000 efectivos dentro de la capital.

Los que participan en la revuelta conforman un “Comité Revolucionario” de más de 50 miembros, de los que sólo dos son del KPD, sus dirigentes Karl Liebknecht y Wilhelm Piek. Ese comité decide convocar una huelga general para derribar el gobierno.



"Vivamos o no" (como dirá días después), KARL LIEBKNECHT decide colocarse en primera línea del duro combate de los obreros, desatendiendo el acuerdo de la dirección de su propio Partido. Bien o mal, poco importa, su decisión no habrá de cambiar nada a la situación y a una derrota ya cantada.






El 9 de enero, las divisiones Freikorps entran a saco en los barrios obreros de Berlín y empieza la cacería, la masacre. Miles de muertos y heridos ensangrientan casas y calles de Berlín, entre ellos centenares de comunistas.

El 11 de enero, la revuelta obrera está vencida. Gustav Noske acompaña un cortejo de 3000 efectivos de Freikorps hasta el centro de Berlín. En los días siguientes, la cacería se centra en los marxistas revolucionarios y sus dirigentes. El día 14, Rosa Luxemburg lanza un famoso escrito: "!El Orden reina en Berlín! ¡estúpidos secuaces!...".

Freikorps en Berlín, enero 1919

El 15 de enero, Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht son apresados y llevados al hotel Eden convertido en cuartel general de una división de Freikorps. Tras verlo con el ministro Noske, el comandante de esa división, W. Pabst, cursa la orden de matarles. Ese mismo día, Karl y Rosa fueron salvajemente asesinados, a culetazos en la cabeza y rematados con un tiro. Karl en el parque de Tiergarten. El cuerpo de Rosa apareció meses después en una esclusa del canal Landwehr de Berlín. Al tiempo, muchos otros dirigentes revolucionarios fueron asesinados o encarcelados.

El 16 de enero: elecciones en Alemania. El SPD es el partido más votado y gobernará con dos partidos de la derecha, el Zentrum Católico y los Liberales Demócratas. El 31 de enero, prohibición de huelga. Huelgas y focos revolucionarios son reprimidos por los Freikorps en varias ciudades. Una carnicería en Munich, donde asesinan al Primer Ministro, Kurt Eisner, acaba con la República Socialista de Baviera. Muchas conquistas sociales fueron después revertidas en Alemania.

Aleccionadora fue sin duda la gran derrota para la vanguardia revolucionaria en las décadas posteriores, y debería serlo hoy. El hecho es que, a partir de enero del 19, la Revolución social ya no pudo darse en Alemania, ni en ninguno de los grandes países desarrollados de Europa occidental.

Hasta hoy la clase obrera no ha podido vencer los obstáculos maestros que la burguesía, alertada por la revolución rusa, interpuso entonces para evitar la necesaria Revolución socialista en los países rectores.

La revolución soviética en Rusia quedó aislada.

"Sin la revolución alemana, la revolución rusa no gozará de buena salud y desaparecerá la esperanza en el socialismo" anticipó Rosa Luxemburg.




(1) Desde la cárcel, Rosa Luxemburg escribe a su gran amiga Klara Zetkin: “Es mi tercera navidad tras las rejas, pero no lo tome a tragedia. Yo estoy tranquila y serena como siempre… Aquí estoy yo, acostada, quieta y sola, envuelta en estos múltiples paños de las tinieblas, del aburrimiento, del cautiverio en invierno… y en este momento late mi corazón con una felicidad interna indefinible y desconocida. Yo creo que el secreto no es otra cosa más que la vida misma. La profunda penumbra de la noche es tan bella y suave como el terciopelo, si uno sabe mirarla.”