Siete cuestiones a no dejar de lado en la lucha de ideas

1.- Cambio de significante, cambios de significados.

El concepto de “casta” ha sido sin duda el más conocido en este campo. Su introducción en el lenguaje político no fue producto del azar sino de un estudio sistemático de oportunidad. De ello hay numerosas referencias en la prensa (El País, Público) y en las redes sociales. Pero algo menos conocido es el motivo del abandono de este concepto por el de “trama”. La razón es que el concepto peyorativo con el que se había revestido el término también estaba siendo aplicado a Podemos.


“Trama” ha tenido, sin duda menor impacto. Pero estamos meramente ante un ejemplo del uso que el post marxismo hace de la trasposición de significantes y significado. El trabajo es más amplio: arriba/abajo, el 1%/el 99%, etc.

Más recientemente aún se insiste en el término “élite”. Como puede verse, estos tres términos tienen significados diversos, cada uno de ellos; en muchos casos acepciones que no son negativas en el sentido buscado por los populistas.

¿Por qué se utilizan, entonces? Porque permiten nombrar al adversario de una forma sencilla, que evita el análisis marxista de la realidad social.


2.- Todo lo que no es adversario, es “pueblo”.

El objetivo estratégico del post marxismo es la construcción del pueblo. Pero el concepto de pueblo está ligado a las condiciones de desarrollo de cada sociedad. No es lo mismo el pueblo en América Latina que en los países capitalistas desarrollados de Europa. Ni siquiera es lo mismo en Chile que en Bolivia.

En la práctica política de Estados como España, ¿qué se quiere decir con los términos “pueblo” o “clases populares”? Puede parecer en un análisis superficial que se trata de difuminar a la clase trabajadora, pero parece algo más complejo. Los términos que el léxico populista evita por todos los medios es el de burguesía o pequeña burguesía.

Así se patrimonializa el campo social, sin un análisis de las contradicciones internas entre los sectores populares (este si es un término usado por el marxismo), que pueda fundamentar una política de alianzas concreta. La burguesía en crisis se convierte en vanguardia.


3.- El populismo no supera las contradicciones, modifica sus términos.

El post marxismo populista no se plantea el análisis dialéctico de la realidad social como la contraposición entre tesis y antítesis, cuyo resultado es una nueva realidad, la síntesis. Esta aproximación es fundamental para explicar la evolución de la Humanidad y sin ella se niega el papel de la clase obrera en la sociedad capitalista.

Para el populismo, la lucha política modifica los términos de las contradicciones generando así acuerdos y alianzas variables, sin un fundamento objetivo que pueden ser modificadas e intercambiables. La Historia no avanza sino que se expresa con formas nuevas.


4.- El abandono de la dialéctica hacer resucitar la filosofía medieval

Esta situación conlleva a la vuelta al nominalismo, que crea desde el nombre la realidad como una vieja forma de idealismo (es el caso visto más arriba de la palabra “casta”).

Pero no es el único retroceso. El análisis del conflicto social que se ha articulado desde la dirección de IU, con la distinción aristotélica entre conflicto en acto y conflicto en potencia lleva a un acercamiento voluntarista y externo al conflicto laboral y social que resulta estéril y frustrante. En el conflicto hay que ser conocido y reconocido para poder jugar un papel y esto es algo más que el resultado de un mapeo.


5.- Marxistas sin el corazón de El Capital

El núcleo central del marxismo es el concepto de plusvalía, cuya apropiación privada es el fundamento de la explotación y la alienación. Hoy hay quienes se reclaman marxistas, e incluso comunistas, e ignoran toda la teoría del valor en Marx y mezclan los conceptos de clase propios del marxismo con los de la sociología anglosajona.

De esta forma la lucha contra la precariedad (la consecuencia) ha venido a sustituir a la lucha contra la explotación (la causa). Todo trabajador por cuenta ajena sabe que su contrato es precario bajo el capitalismo, aunque sea indefinido. Y que se trata de contratos más precarios o menos precarios. Por eso hay una unidad objetiva en la clase a la que no ayuda ningún enfrentamiento de precarios con menos precarios.

A este respecto, resulta sorprendente que cuando la clase social que más transformaciones sufre con la evolución y la crisis del capitalismo (tal como adelantó Marx en su día) es la pequeña burguesía, muchos estudiosos -incluidos los progresistas- se hayan ocupado preferentemente delos fenómenos de fragmentación entre la clase obrera (que ciertamente se han dado, pero con una dimensión menos significativa porque es difícil atribuir las condiciones de un modelo productivo post fordista a algo que difícilmente pudo ser fordista, cuando las pyme son el 96% de las empresas españolas)


6.- La teoría de los espacios

 Raro es el documento reciente de IU donde no aparezca repetido en cada página el término “espacio”: espacio de confluencia, espacio institucional, etc.

Pero el espacio sin el tiempo es irreal en Física y una mera abstracción que no explica nada en política.

La unión de espacio y tiempo es la única forma de concretar el proceso que ha llevado a cada situación y la única manera de poder valorar la correlación de fuerzas en cada circunstancia y las consecuencias de cada práctica política.

Es precisa una crítica que vaya más allá del llamado “adanismo” porque no se trata de que todo empiece con el nacimiento del sujeto para la política, sino de que el tiempo y la Historia no existen.


7.- La “nueva política” es una mera construcción de marketing  

El marxismo no es una concepción global del mundo cerrada y acabada. Bien conocido es el axioma que “el marxismo no es un dogma sino un guía para la acción”. Muchos problemas hoy importantes, no estaban presentes en el momento de la publicación del Manifiesto Comunista y no se trata solamente de la lucha feminista o de la defensa del medio ambiente. Las cuestiones del hábitat y el transporte, debidas a la concentración de la población en grandes aglomeraciones urbanas; el yihaidismo terrorista y su posible vinculación con las contradicciones interimperalistas; la importancia de la robótica en la producción; el llamado nacional capitalismo como respuesta de sectores del capital a la crisis sistémica, etc.

Todas estas cuestiones y algunas más son un serio desafió al pensamiento marxista. Hay abría que dirigir el foco de la nueva política, aunque sea desde aportaciones tan modestas como las de este blog.

Porque en lo que se presenta como nueva política no hay ninguna aportación significativa a la solución de los nuevos problemas. Ni siquiera hay una construcción teórica coherente con criterio global.

¿De qué se trata entonces? Como las malas hierbas en un jardín, impiden el crecimiento y estropean el conjunto.